Desde el momento en que nacemos, una fisura recorre nuestro ser. Somos frágiles, vulnerables. A pesar de esto, aspiramos a ocultar nuestra vulnerabilidad, la cual nos hace más humanos y auténticos, detrás de una máscara de infalibilidad.
Pero ¿qué pasaría si hubiera un lugar donde no temiéramos rompernos, donde los valientes abrazaran el fracaso sin temor, donde el fracaso mismo fuera un triunfo? Un sitio donde la vulnerabilidad se convirtiera en un superpoder.
En «Archipiélago de los Desastres», nos aventuramos a fracasar con determinación, con tranquilidad, sin caer en la locura del fracaso descontrolado. Fracasaremos de formas conocidas o desconocidas, en un acto único o en tres, en un monólogo o en un diálogo. Llevaremos el fracaso al punto en que se transforma en una auténtica obra de arte.